
Continuamos la interesante lectura de Don Mario Briceño Perozo, esta vez reduciendo un poco el tamaño del texto, sin alterar los mismos, para obtener brevedad.
"3.- HABITOS DE VIDA:
Los Cuicas fueron una comunidad organizada.
Tenían como fuente de poder, como cabeza de gobierno, a un jefe, que denominaban TABISKEY, que significaba diez plumas –tabis, diez, key, plumas- el hombre, el hermano de las diez plumas. Con ese penacho se distinguía al jefe de sus súbditos. Esas plumas eran arrancadas al paují. Al caudillo también se le llamó “CHACOY”. La voz cacique, de origen árabe, fue traída por los hispanos, los primeros en asimilarla fueron los caribes.
A los ancianos se les escuchaba con la mayor dedicación pues se les tenía, entre las cuicas, como depositarios de la experiencia acumulada del grupo y dotados a la vez de certero juicio. Varios ancianos constituían un consejo, se sentaban en cuclillas y dictaban sus fallos que eran acatados irrestrictamente por todos.
Para llegar a TABISKEY no se requería tan sólo ser fuerte y hábil, era menester que concurrieran en el aspirante el talento y la experiencia.
Entre los tabiskeyes de la región, cabe mencionar los siguientes: Jaruma, CASTÁN, Bombás, Tostós, Tiranjá, Tomoní, Pitijoc, Pitisay, Ameruza, Poconó, Karachí, Miquimbós, Caus, Bitishope, Chajemde, Busebí, Bujó, Bubiyú, Baján, Esmanviche y Marabey.
La agricultura, la caza y la pesca eran sus medios de subsistencia. Los cuicas fueron fundamentalmente labriegos. Del suelo lo esperaban todo. Con la coa –vara larga puntiaguda- y el hacha de sílice surcaban la tierra para dejar caer la semilla y también para construir canales de riego que llamaron tobaleyes. Estos canales o acequias se comunicaban con los quimpúes, que eran los estanques o lagunas artificiales en que represaban el agua.
Eran hábiles carpinteros. Fabricaban recipientes para el agua y para guardar los alimentos, como bateas y canoas, y asimismo chozas –kurokotas- para vivir, caneyes para secar el tabaco y trojes para almacenar los granos, los que también guardaban en silos.
Cultivaron el maíz, en forma primordial, el apio, el ñame, el algodón, la papa, el fríjol, la yuca, el morotungo, el ocumo, el guaje, los guandúes, el fique, llamado también agave, las batatas, las cebollas, las habas y el tabaco, de éste hacían el chimó, al que atribuían ciertas propiedades, como proteger la dentadura, cicatrizar pequeñas heridas, combatir infecciones, etc.
En religión los cuicas eran idólatras, sus dioses principales estaban representados por el sol: reupa, el padre que todo lo da, y la luna: chaseung, la madre que ampara, que mora en la montaña. En otras tribus de Venezuela, incluidas las de Mérida, al sol se le llamó ches (zuhé) y chía a la luna.
Para los dioses cuicas los naturales levantaron templos y les dedicaron grutas en lugares seguros de la montaña. Los representaron, igualmente, en muñecos de barro de diverso tamaño, huecos por dentro y con cuentezuelas en su interior que al moverlos sonaban.
En sus adoratorios, en tributo a los dioses, los indios quemaban manteca de cacao que colocaban en vasijas especialmente confeccionadas para el rito, les llevaban mantas tejidas por sus mujeres, ovillos de algodón, piedras pulidas y otros objetos llamativos por la forma y el color. No practicaban sacrificios humanos como otras comunidades vecinas. Ofrecían sí animales, el venado, su pieza de caza preferida, con las cabezas terminadas en agresivas cercetas decoraban las paredes de los templos.
El Gran Espíritu – kachuta narambeuch- ser supremo, padre de los dioses, creador del mundo, hacedor siempre de bien, fuente de bondad, similar al bochica de los chibchas.
Contrario al gran espíritu aparecía keuka, concepción cuicas del diablo, del mal espíritu que solo engendra dolor, infelicidad, pena, oscuridad, temor.
El murciélago, mamífero volador, Rhynchiscus naso, que en China se tiene como signo de vida luenga y feliz, para nuestros aborígenes indicaba la muerte, era como un tétrico y fúnebre mensajero del más allá. En el culto a los muertos, el sacerdote se colocaba en el pecho la imagen del murciélago labrada en placas de diorita o nefrita, serpentina, caracol, ágate o jade, sujeta por hilos de algodón que se fijaban en los extremos de la laja provista al efecto de ranuras o de orificios para el paso de la cuerda.
El sacerdote, administrador del culto de los dioses, casi igualaba en importancia al tabiskey. El sacerdote se daba el lujo de disponer de varias esposas, en uso, naturalmente, de la poligamia. De la prole del sacerdote, de suyo muy numerosa, surgían los sucesores de éste y de los tabiskeyes.
Además de los ídolos, los cuicas fabricaron, valiéndose de la arcilla y el caolín, ollas, platos y vasos para el uso común.
Para sepultar a sus muertos utilizaban urnas de barro, cuyo exterior salpicaban con mica en polvo de variados colores. A sus cementerios los llamaban mitoyes.
El matrimonio entre los cuicas estaba rodeado de ciertas peculiaridades, la doncella escogida por el novio corría por entre los peñascales simulando que huía del pretendiente, éste, como fuerte y ágil dominador de las veredas y los ventisqueros, la seguía hasta alcanzarla, entonces la tomaba para sí como un trofeo ganado en la más hermosa de las competencias. Cuando el varón no lograba alcanzar a la hembra, ésta volvía a su casa y quedaba en libertad de aspirar a otro noviazgo.
El casamiento del tabyskey o el del sacerdote esa cosa especial. Participaban en la celebración los jefes de las diversas tribus y había derroche de alegría, de música, de bailes y canciones. En éstas como en otras celebraciones usaban del licor. Ese licor de tan alta calidad como el mejor, lo sacaban del maíz: chicha y aguardiente, a éste le llamaban arifuque.
El médico, que en otras parcialidades se juntaba en el sacerdote, entre los cuicas era un personaje diferente. Es decir que los oficios estaban perfectamente delimitados: el sacerdote con los dioses, el médico con los enfermos.
El médico, moján, hechicero, brujo, aparentaba tener poderes supernormales para curar e impresionaba con sus rituales, pero el éxito de su arte estaba, especialmente, en la aplicación de los elementos que le suministraba la naturaleza. Primordialmente el reino vegetal.
La alimentación para los cuicas era fundamental. Quien come bien y en abundancia vive. La inapetencia era signo de malestar, de enfermedad.
Al recién nacido la madre cuicas le daba de mamar largo tiempo, se afirmaba que con la leche materna se le hacía el estómago al niño.
El médico cuicas tenía en alto valor el contacto con el enfermo, las manos para él eran un auxilio maravilloso en el tratamiento terapéutico.
Los conquistadores españoles del siglo XVI se asombraron en Trujillo, cuando en el valle de los mucas observaban que los naturales se bañaban varias veces al día tanto en la quebrada de Los Cedros como en el río Castán. Decía el hispano – reacio como el que más al baño- que esos indios eran tan salvajes que prendidos en fiebre se sumergían en el agua, lo que hacían también con los pequeños calenturientos, extrañándose aún más de que con tales excesos los mucas no morían. En esa región, registraban con pasmo, existen ancianos que normalmente pasan de 105, 110 y 120 años. Muchos tienen la edad de los árboles sembrados a la vera del río.
Entre las plantas usuales en la medicina cuicas, citamos las siguientes:
b.- Maíz: Las barbas del jojoto para entonar el estomago y la harina del maíz en cataplasma como desinflamatorio.
c.- Apio: Jugo de sus raíces como laxante y para dolores de muelas; el cogollo como diurético.
d.- Algodón: Hojas para calmar los dolores del reumatismo; las semillas para detener las diarreas, el sumo para el dolor de oído.
e.- El Ocumo: Las hojas frotadas sobre las manos y los pies protegían de las picaduras de las serpientes.
f.- El Ají: Hojas en infusión como diurético y el chirel ingerido sin romper como antihemorragico.
g.- Onoto: Las hojas verdes colocadas sobre la frente para aliviar el dolor de cabeza y mitigar la inclemencia del sol; las semillas en agua caliente para curar las diarreas.
h.- Albahaca: Para tratar los dolores reumáticos, diuréticos; el sumo en gotas esclarece y refresca la cornea.
i.- Aguacate.- Las hojas verdes como desinflamantes; el mesocarpio para el cabello; las pepas para las deposiciones de sangre y dolores de estomago.
j.- Tabaco: Contra la picadura de culebra, el sumo con sal curativo del herpes y la sarna.
k.-Ajo: Como desinfectante, para las afecciones del pecho; los dientes de ajo colgados en el cuello de un niño lo libraban de las lombrices y aseguraban feliz dentición; sus hojas quemadas alejaban de sus viviendas a los animales ponzoñosos.
l.- Dictamo Real: Para las afecciones del pecho; los cuicas creían que prolongaban la vida, hacían fecundas a las mujeres y mantenían la potencia sexual del varón.
m.- Totumo: La pulpa de la fruta con mil de abeja para las personas que habían sufrido caídas violentas y se presumía lesiones internas; como purgante; para enfermedades de la piel.
n.- Indio Desnudo: Sus cortezas unidas con hojas de albahaca en baños calientes revigorizaban el cuerpo debilitado; para el tratamiento de la hernia se usa una plancha de la corteza con la medida del pie , pasada por el fuego.
o.- Cañafístola: Conocida por los cuicas como mucutena, como laxante; las hojas y las raíces como diuréticos y alivio para los reumáticos.
Como vestido, los cuicas de la zona fría usaban mantas de algodón tejidas por sus mujeres, además del guayuco con que cubrían las partes pudendas, en las regiones cálidas sólo llevaban lo segundo.
Los indígenas de nuestra cordillera eran por lo regular pacíficos, callados y tristes, pero la injusticia, el atropello, la depredación y otras malas acciones los tornaba belicosos, despertaban y eran incontenibles sus cóleras bravías.
Los instrumentos músicos de los cuicas eran: el tambor, la flauta, el botuto, el caracol marino, la quena, el caramillo y la maraca.
En la economía cuicas las actividades fundamentales fueron la agricultura y el comercio. No tuvieron moneda, pero como sustituto de ésta emplearon en sus operaciones mercantiles, semillas de cacao, diente de caimán y bolas de hilos de algodón. El quitero, una de sus monedas, eran cuentas de hueso en sartas.
El robo se penaba ejemplarmente entre los cuicas, el ladrón había de reponer lo robado, incluso con trabajo personal. También se castigaba el homicidio cuando se perpetraba en otro miembro de la nación, en donde todos se consideraban hermanos. En cambio, matar a un extraño, al intruso que violaba el territorio, no constituía delito.
Y tuvieron escritura. En muchas regiones del Estado quedan piedras con dibujos hechos por los cuicas que indican en cierta manera el esbozo de un sistema de comunicación por medio de caracteres gráficos. A esos signos estampados en la piedra se les llama “rosetas”
De las naciones aborígenes del Occidente de Venezuela, la más culta fue la de los Cuicas. "
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Nuestros Aborígenes no dejaron obras monumentales como las culturas Maya, Azteca o Inca, pero si dejaron sus huellas sembradas en las costumbres, ritos, alimentación, rasgos humanos, nombres, organización social, fabricación de viviendas, técnicas de pesca, de caza, medicinas, etc. En los objetos utilitarios, de uso cotidiano. En objetos del culto. En petroglifos, etc.
La foto que ilustra este post, pertenece al Museo de Ciencias Naturales. Caracas. (Origen: Nación Cuicas)
Vasija Tripode. Arcilla.
Se puede relacionar esta vasija con una descripción de Febres Cordero: " La lampara que ardía en sus santuarios, tenia forma de tripode. Quemaban en ellos la grasa del cacao, que con la cera vegetal del incinillo (Miristica Cerilera) les servia para el alumbrado"
Otros consideran que eran utilizadas como incensarios.