lunes, 19 de abril de 2010

El Pintor del Tocuyo en Trujillo.

Inmaculada Concepción. Iglesia de San Jacinto. Trujillo. Estado Trujillo.
Actualmente se desconoce su paradero.


EL PINTOR DEL TOCUYO EN TRUJILLO:

Refiere el escritor trujillano Américo Briceño Valero, que una comunidad Indígena, dio origen al pueblo de San Miguel de Boconó, en el Estado Trujillo, a cuyo valle llegaron las primeras encomiendas, siendo los primeros adelantados los Capitanes Baltazar Soler y Juan Pacheco Maldonado. Se erigió en Parroquia Eclesiástica en el año 1630. Los primeros curas de la Orden Franciscana acogieron la construcción del Templo, bajo la advocación de San Miguel Arcángel.

Pues a ese templo colonial, llegó el Obispo Mariano Martí, en su visita Pastoral, el día 10 de marzo de 1777. El Obispo refiere que en la iglesia, se encontraba el Altar de Nuestra Señora de la Concepción.

En ese Altar de Nuestra Señora de la Concepción, en la Iglesia San Miguel, Boconó, Estado Trujillo, se encuentra un óleo sobre lienzo de 150 cms x 109 cms, que representa a la Inmaculada Concepción y que es atribuido por los críticos de arte al llamado “Pintor del Tocuyo”.

¿Quién es el Pintor del Tocuyo?

El historiador y experto en arte: Don Alfredo Boulton, en su obra Historia de la Pintura en Venezuela, Tomo I, Época Colonial, Segunda Edición, Ernesto Armitano Editor, Caracas 1975, paginas 88 a 94; analiza la obra del Pintor del Tocuyo, con fundamento en algunos cuadros que reposan en la Iglesia de la Concepción del Tocuyo y en el Museo de la misma ciudad.

Boulton, dice en esa obra, que se desconoce la verdadera identidad del Pintor del Tocuyo y solo se sabe que estuvo activo en 1702.

Alfredo Boulton, continuo su investigación sobre el Pintor del Tocuyo, y en el año de 1985, publica el libro: “El Pintor del Tocuyo”, Ediciones Macanao. Caracas; en el cual señala que el historiador y también critico de arte Carlos Duarte, compró en el Comercio local en Caracas, un cuadro que era de un Monasterio de Caracas y que había sido traído en 1922 desde el Tocuyo; dicho cuadro fue restaurado por Duarte y es un óleo y tempera sobre lienzo, que representa a San Miguel Arcángel, San Francisco de Asís y San Francisco Javier.

En dicho cuadro se observaron dos detalles importantes: la fecha de 1682 en su parte frontal, y al dorso un monograma y el nombre de FRANCISCO DE LA CRUZ, por lo cual Boulton, asumió que ese era el nombre del Pintor del Tocuyo, y que tal fecha comprobaba la actividad del pintor en el Tocuyo, por el lapso de veinte años (1682 a 1702).

Boulton, en la misma obra, al comentar el importante cuadro del Pintor del Tocuyo que se encuentra en el Altar de la Iglesia de San Miguel de Trujillo, dice:

“En un pequeñito pueblo de la Serranía del Estado Trujillo, en San Miguel, hay una iglesita. En una de sus capillas laterales, del lado del Evangelio, nuestro gran estudioso de arte, Graciano Gasparini, encontró en 1955 una pintura de la Inmaculada Concepción, cuando por primera vez visitó aquel lugar. A su lado se hallaba un bello marco de cedro tallado, cubierto de hojilla de oro, con motivos de vid y palomas, Recuerda bien Gasparini que para llegar entonces al pueblo era necesario descender por una abrupta pica fangosa, muy pendiente y estrecha. En aquella pintura el tema concepcionista estaba tratado en forma un tanto especial, pues en la parte superior figuraban el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al centro, la Virgen vestía saya blanca adornada de pequeñas flores de ocho pétalos, rojos y azul oscuro, típicas del Pintor del Tocuyo. Este detalle es muy importante mencionarlo pues con adornos exactamente iguales –lo recuerdan bien doña Mercedes Hurtado de Ghinaglia y Carlos Duarte- lucía la saya original de la escultura de la Inmaculada Concepción que el rey Felipe II (1527-1598) obsequió a El Tocuyo, cuando fue limpiada y restaurada por Manuel Díaz, hace algo más de diez años.
Esta similitud permitiría pensar que nuestro pintor tomaría a esa talla de modelo para hacer sus imágenes.

La Inmaculada viste un amplio manto azul, muy movido por agudos ángulos y su forro interior es rojo. Toda la figura está creada con una gran fuerza escultórica que se repite en el tratamiento del rostro, de grandes ojos, de cuencas profundas, de párpados gruesos, de nariz fina y recta, de boca pequeña y carnosa, de mentón redondo y carrillos lozanos y tersos. La frente es despejada y sobre ella lleva una corona de otro enjoyada y adornada con motivos de flores de lis. La cabellera flota suavemente en guedejas y cae sobre los hombros. El rostro recuerda vivamente el de ciertas Madonas flamencas. La luz dada al ambiente es sorda y carente de sombras. La aureola es azul, adornada de las clásicas doce estrellas de ocho rayos. Los destellos fulgurantes del rompimiento de gloria estallan y forman como un gran conjunto pirotécnico al juntarse con los de las Tres Divinas Personas. La Virgen luce apacible y serena, rodeada de una mandarla de serafines de rostros severos y adustos, que parecen, la mayoría, de gente adulta. No son los putti risueños, bulliciosos y juguetones de Pereda, Murillo, Roelas, Zurbarán o Antolinez. Los del Pintor del Tocuyo son graves y apesadumbrados y se quedan silenciosos mirando de frente, con ojos fríos. Sin embargo, tienen un encanto muy especial de aislamiento y de indiferencia.

Alrededor de la mandorla, aparecen algunos símbolos de las letanías concepcionistas que como se sabe tuvieron origen, en su gran mayoría, en EL CANTAR DE LOS CANTARES que es un conjunto de versos eróticos, de encendido amor entre el rey Salomón y la Sulamita, y uno de los más grandes poemas de la literatura universal. Poema carnal que en el transcurso de los siglos fue transformándose, modificándose, hasta llegar algunas de sus metáforas a consustanciarse con los símbolos y letanías de la Inmaculada Concepción, perdiendo en ese proceso de metamorfosis todo sentido escabroso:

“ Eres toda hermosa, amiga mía, y no hay en defecto alguno”, Tota pulchra es, amica, mea, et macula non est in te; “Eres como el lirio entre las espinas”, Sicut lilium inter spinas; “Tu cuello es cual torre de David”, Sicut turris David collum tuum; “Huerto cerrado”, Hortus conclusus; “Fuente de huertos”, Fons hortorum; “Pozo de agua vivas”, Puteus aquarum viventium; “Torre de marfil”, Turris eburnea; “Esclarecida como el sol”, Electa ut sol; “Hermosa como la luna”. Pulchra ut luna; “Puerta del cielo”, Porta coeli; “Lecho de rosas”, Plantario rosae; “Alta como el cedro”, Cedros exaltata; “Estrella del mar”, Stella maris; “Espejo sin mancha”, Speculum sine macula; “Ciudad de Dios”, Civitas Dei; “Escala de Jacob”, Scala Iacob; “Flor del Campo”, Flos campi; “nardo oloroso”, Nardos odoris; “Estrella no errante”, Stella non erratica. Metáforas vueltas símbolos que los artistas, a partir del Medioevo, utilizaron para representar los emblemas de la Inmaculada Concepción.

En el Apocalipsis de San Juan, quien “estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”, se hace referencia a la “Estrella de la mañana”, Stella matutina, y en una imagen alegórica de belleza apocalíptica se señala: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Esta figura literaria fue la que sirvió para identificar y simbolizar a la Inmaculada Concepción. Del trueno del Apocalipsis, del desgarramiento de los cielos, fue de donde surgió en la iconografía de la Virgen el escenario de nubes y de rayos donde los imagineros y pintores la situaron descendiendo a la tierra, envuelta en muestres nubarrones de tempestad, como nuestro Pintor del Tocuyo repetiría con frecuencia en sus cielos anubarrados y barrocos.

La nota cromática de este bello lienzo merece una especial atención porque, generalmente, el tema concepcionista fue tratado, en España especialmente, dentro de valoraciones cromáticas de gran luminosidad. Tanto la escuela sevillana del siglo XVII, con Murillo a la cabeza, como la madrileña presentaron el tema como un acontecimiento de gran alegría. Los angelitos eran personificados como los clásicos puttini italianos o como querubines y serafines que volaban alegremente alrededor de la Virgen sosteniendo en sus manos varios de los atributos de las letanías concepcionistas: el espejo, los nardos, los lirios y las rosas. Esa especial interpretación del tema tuvo origen durante el Renacimiento, porque en siglos anteriores había existido un mayor recato en la interpretación de la imagen de la Madre de Dios. Recuérdese que fue a partir de 1644 cuando se instituyó en España la fiesta de la Inmaculada como de obligación y de precepto.

Ahora bien, la imagen del Pintor del Tocuyo no guarda relación estilística alguna con el desbordante orden barroco que por entonces imperaba en España. El suyo estaba calcado dentro del concepto de otro clima y dentro de una atmósfera arcaizante, mucho más cerca de las viejas estampas que de las del prototipo de Antonio de Pereda o del propio Murillo, quien falleciera, dicho sea de paso, en 1682, cuando Francisco de la Cruz mandó hacer el San Miguel Arcángel de la colección de Carlos Duarte.

Este aspecto de la diferencia iconográfica y cronológica de esta pintura es sumamente importante observarlo porque sirve para fijar una conciencia referencial muy peculiar en relación al género de pintura entonces presente en la Península y en Venezuela, pues la obra que nos ocupa tiene una marcada gama cromática de tonalidades más bien sombrías, pesimistas, envueltas en un grave espíritu de sobriedad mística y sometida a un concepto pictórico arcaizante que ya había sido superado mucho tiempo antes en España. Nuestro pintor reflejaba aún el espíritu de las estampas sagradas que adornaban los viejos misales de grabados góticos. En este lienzo, los serafines forman una mandarla barroca, dentro de espesas nubes grises, que va ampliándose hacia los extremos donde aparecen los símbolos de las letanías. En la parte inferior, la media luna está representada con sus cuernos hacia abajo y, en su centro, tres cabecitas pintadas sobre otras colocadas anteriormente un tanto más abajo, rectificación hecha por el propio artista. Sus rostros, como en todos los casos anteriores, son distantes e indiferentes, sin expresar emoción alguna. Esta obra, como todas las del pintor, está hecha con los pigmentos de la tierra de los alrededores, que todavía lucen por aquellos contornos: sepias, ocres y amarillos que servían para colorear las glorias que el artista inventaba para iluminar de fe la dureza de aquellos bravos pobladores”.


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En noviembre de ese mismo año de 1985, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Sala Múltiple, realizó una interesante exposición, sobre parte de la obra conocida del Pintor del Tocuyo, donde fueron expuestas 9 obras, siendo catalogadas todas ellas, con la redacción de Alfredo Boulton, fotografías de Peter Maxim y Diseño Grafico de Víctor Lucena. No fue expuesta la obra: La Inmaculada Concepción, perteneciente a la Iglesia de San Miguel de Trujillo.

Esa exposición pública, y su difusión en los medios de comunicación, trajo como consecuencia que aparecieron dos obras del Pintor del Tocuyo: Una de ellas: un óleo 109 x 85 cms, que representa “El Regreso de Egipto”, en el seno de una familia trujillana (hoy es propiedad de la Galería de Arte Nacional), y la otra: una pequeña tabla que representa La Asunción, en manos de un coleccionista caraqueño que refiere haberla adquirido en un Mercadito de la tienda Sears. Ambos hallazgos fueron reseñados en la Edición Nº 27.481 del Diario el Universal (4º Cuerpo), de fecha 21 de diciembre de 1985.

El destino evidente de las obras del Pintor del Tocuyo, era las instituciones religiosas. De las nueve (9) obras expuestas en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, cuatro de ellas pertenecen al Museo y a la Iglesia del Tocuyo; otra de ellas : San Miguel Arcángel, San Francisco de Asís y San Francisco Javier, perteneciente actualmente al Sr Carlos Duarte, es señalada por Boulton en su obra como procedente de un Monasterio de Caracas, que lo había traído en 1922 desde el Tocuyo; sobre otra, titulada en catalogo: “Las Benditas Animas del Purgatorio”, propiedad de la señora María Eugenia Zamorani de Curiel, refiere Boulton que su dueña “la compró hace mas de 20 años, en la pequeña Iglesia de Pueblo Llano, entre Barinas y Santo Domingo, por cuanto la halló tirada por el suelo junto a viejos trastos llenos de polvo”.

En conclusión, en la exposición de 1985, fueron presentadas 6 obras, que con certeza, pertenecían a las iglesias.
Las otras tres (3) obras reseñadas en el catalogo, son igualmente procedentes del Tocuyo, sin proveniencia cierta, y se encuentran en manos de particulares.

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El diario el Nacional, Caracas, en su edición del 23-05-1994, titula: “ESCLARECIDO EL MISTERIO DEL PINTOR TOCUYANO DEL SIGLO XVIII”. La noticia, procedente de Barquisimeto, señala que así lo anunció el Presidente del Centro de Historia Larense: Francisco Cañizalez Verde, quien explicó a los medios de comunicación, que se esclareció el nombre de pila del afamado Pintor Tocuyano, en un documento descubierto por el historiador y académico trujillano: Joaquín Gabaldón Marquez, en la Sección “Civiles” del Registro Principal de Caracas, fechado en 1806 que puntualiza que : “se trata de un pardo de oficio pintor, aunque después se ha dedicado a la navegación, cuyo nombre es el de JOSE FRANCISCO RODRIGUEZ”.

El hallazgo del paisano Joaquín Gabaldón Marquez, es muy importante. Tanto Boulton como Gabaldón, han fallecido. Hubiese sido muy interesante la discusión entre ambos historiadores, sobre el tema de la identidad del famoso “Pintor del Tocuyo”.

El nombre de FRANCISCO, que aparece en el cuadro de San Miguel Arcángel, fechado en 1682, reseñado por Boulton, vuelve a aparecer en el hallazgo de Joaquín Gabaldón Marquez, en el documento ubicado en el Registro Principal de Caracas.

Frente a dos nombres que evidentemente están relacionados. Mi hipótesis es que el nombre civil del Pintor del Tocuyo, es: JOSE FRANCISCO RODRIGUEZ, contenido en un documento público; y el nombre de FRANCISCO DE LA CRUZ (la “Cruz” , en dibujo, como un símbolo religioso al lado de un nombre), que aparece al dorso del cuadro de 1682, debe considerarse como un nombre religioso adoptado por José Francisco Rodríguez, con el cual se consagró al ejercicio de la fe católica, con seguridad como un religioso de la Orden de San Francisco, que ya existía en el Tocuyo. Esa identidad, es una tradicional práctica en las congregaciones religiosas, que se mantiene desde hace varios siglos hasta nuestros días. Tal es el caso del carmelita descalzo: Juan de Yépez Álvarez (1542-1591), hijo de Gonzalo de Yépez y de Catalina Álvarez, que adoptó el nombre religioso de JUAN DE LA CRUZ. En el caso del denominado “Pintor del Tocuyo”: José Francisco Rodríguez; suponemos que conservó el nombre de FRANCISCO, que le habían dado sus padres, y decidió mantenerlo dentro de la orden Franciscana, añadiendo el distintivo DE LA CRUZ.

Mi hipótesis, de que el Pintor del Tocuyo fue un religioso Franciscano, establecido en el Tocuyo, cobra mucha fuerza, por el hecho de que la Iglesia de San Miguel en Trujillo, fundada por Curas de la Orden Franciscana, tiene en su poder desde la época colonial, un cuadro de la Inmaculada Concepción atribuido con certeza al referido pintor, lo cual prueba la relación entre religiosos franciscanos del Tocuyo y Trujillo; y también por la localización en 1985, del cuadro “ El Regreso de Egipto”, en el seno de una familia trujillana, ciudad donde también funcionaba un Convento Franciscano en la época colonial.

Refuerza mi hipotesis, el hecho de que en 1263, la fiesta de la Concepción de María, fue adoptada por todas las comunidades de Franciscanos, quienes se convirtieron en sus mas ardientes defensores. En 1476, el Papa SIXTO IV, que era un Franciscano, y gobernó nuestra iglesia desde el 9 de agosto de 1471, hasta el 13 de agosto de 1484; impuso la fiesta en la Diocesis de Roma; la fiesta se llamaba entonces: de la "Concepción de la Inmaculada".

Es posible que el cuadro localizado en Trujillo en 1985; al igual que la talla San Francisco de Asís (Reseñada por Carlos Duarte y Graciano Gasparini, en la obra “Arte Colonial en Venezuela”, pagina 129, como realizada en la segunda mitad del siglo XVII), y denominada por Don Mario Briceño Iragorri como “EL SERAFIN DE ASIS”, hayan pertenecido al Convento Franciscano de Trujillo, pues ninguna de las dos aparece inventariada por el Obispo Mariano Martí, en su visita a los establecimientos religiosos de la ciudad en 1777 (Sabemos que en su Obra el Obispo Martí, refiere la visita al Convento Franciscano de Trujillo, pero no aparece publicado el inventario).

Tampoco resulta descartable, la posibilidad que la escultura del Serafín de Asís, que hoy permanece en la Catedral de Trujillo, haya sido realizada por el denominado “Pintor del Tocuyo”, a quien Boulton, considera fue mucho más que un artesano, y le atribuye a su pintura: “gran fuerza escultórica” (página 35, El Pintor del Tocuyo, Ediciones Macanao 1985); “la recia forma escultórica de su figura es de una gran expresión plástica y resalta por sus severos volúmenes” (página 22 de la misma obra). Otro elemento para reforzar la hipótesis, es que Boulton, cuando analiza el marco tallado en madera, de la obra del pintor, que se encuentra en la Iglesia de San Miguel, señala que el rostro del Querubín tallado en el ángulo del marco, es muy semejante a los que pintaba el Pintor del Tocuyo. Por ello se presume su condición de tallista, además de pintor.

Mucho más cierta, es la posibilidad, que la escultura de la Virgen de la Inmaculada Concepción, tallada en madera que pertenece a la Iglesia de San Jacinto, en la ciudad de Trujillo, haya sido realizada por el denominado “Pintor del Tocuyo”. Dicha talla, aparece reseñada por el Obispo Mariano Martí (1721-1792), en su obra “Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas (1771-1784), Tomo IV (Inventarios), Fuentes para la Historia Colonial Venezolana, Caracas 1998, Página 247: “al lado del altar mayor, a la parte del evangelio hay un petril grande de piedra y barro que forma como un altar y sobre él un tabernáculo grande de madera pintado con sus puertas y éstas están con cerradura y llave a los lados unas tablas como gradillas colocada en él Nuestra Señora de la Concepción de madera, obra de talla de una vara de alto y pintada” .

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La Virgen de la Inmaculada Concepción de San Jacinto, ciudad de Trujillo, también reseñada por el escritor trujillano Adriano González León, en su artículo: Visión Geográfica y Espiritual de Trujillo, publicado en la Revista Shell Nº 25, Diciembre de 1957, Ediciones de la Compañía Shell de Venezuela, pagina Nº 44, aparece una fotografía a página completa de la Virgen y en la página 49, en una panorámica del altar de la Iglesia de San Jacinto, se puede observar la misma imagen colocada en un nicho.

Mis apreciaciones sobre la obra antes citada, que me hacen presumir firmemente, que la Virgen de la Inmaculada Concepción, de la Iglesia de San Jacinto, en Trujillo, es una obra del “Pintor del Tocuyo”, son las siguientes:

1.- Tal como quedó dicho anteriormente, se presume la condición de tallista del “Pintor del Tocuyo”.

2.- El rostro tallado del querubín, sobre el cual descansa la imagen tallada de la Virgen Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Jacinto, es similar a los rostros de los querubines que aparecen en el oleo sobre lienzo, que representa la Inmaculada Concepción, perteneciente a la Iglesia de San Miguel, Estado Trujillo, que es obra del “Pintor del Tocuyo”, la cual está publicada en el Libro de Alfredo Boulton: “El Pintor del Tocuyo”, ediciones Macanao 1985, página 36. También es semejante al rostro tallado del querubín que aparece en ángulo superior izquierdo del marco de madera de la misma obra.

El Rostro del querubín de la talla de la Virgen de la Iglesia de San Jacinto, es un modelo típico de los querubines del “Pintor del Tocuyo”, que están presentes en otras obras del artista, tales como: en La Virgen del Rosario (tempera sobre lienzo), de la Iglesia Parroquial del Tocuyo, publicado en la página 30 de la obra citada; y en la Asunción de la Virgen ( oleo sobre madera), publicado en la página 44 de la misma obra.

3.-Los pliegues circulares en los brazos de la talla de la Virgen de la Iglesia de San Jacinto, son muy similares a los pliegues también circulares logrados por el “Pintor del Tocuyo” en las obras antes identificadas: Inmaculada Concepción (de la Iglesia de San Miguel) , Virgen del Rosario (Iglesia Parroquial del Tocuyo) y Asunción de la Virgen (Colección particular).

4.- Son característicos del “Pintor del Tocuyo, los ángulos agudos en los mantos de la vírgenes, y ese detalle lo presenta la talla de la Virgen de la Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Jacinto.

5.- La corona de la Virgen de la Iglesia de San Jacinto, es de forma muy similar a las coronas de las Vírgenes: de la Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Miguel de Trujillo y de la Virgen del Rosario de la Iglesia Parroquial del Tocuyo, Estado Lara. En las tres imágenes (una talla y dos pinturas), las coronas lucen con varias incrustaciones de piedras, que es otra característica típica en la obra del “Pintor del Tocuyo”.

6.- Alfredo Boulton, dice sobre el “Pintor del Tocuyo”, que: “su escuela pictórica, la podemos reconocer en el estereotipo de los rostros de sus Inmaculadas, que respondían a un severo esquema estilístico; los óvalos son suavemente circulares; las cuencas de los ojos son profundas y de parpados pesados; se valía de un solo modelo para pintar las túnicas y la postura de las manos seguía la tradicional simbología concepcionista y debajo de la saya no aparecían los pies”.

La talla de la Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Jacinto, coincide con los rasgos típicos de las Inmaculadas del “Pintor del Tocuyo”.

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Las circunstancias históricas, nos hacen pensar que el religioso Francisco de la Cruz o José Francisco Rodríguez, durante su actividad como artista, permaneció algún tiempo en Trujillo, alojado en el Convento de los Franciscanos, en la “Callearriba”, ejecutando sus obras con destino al culto trujillano. Resulta ilógico, que el propio autor, sometiera a los riesgos del traslado e inclemencias del tiempo, a sus obras realizadas con materiales tan delicados.

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Cordialmente, Rafael Ángel Terán Barroeta, Cronista de Tucutucu.

cronistadetucutucu@gmail.com
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En los links de las fotografías se encuentran todas las obras que se refieren en el texto, con todos sus detalles.

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VER FOTOS AQUÍ:



LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN LA IGLESIA DE SAN MIGUEL:



http://picasaweb.google.com/cronistadetucutucu/ElPintorDelTocuyoEnTrujillo?authkey=Gv1sRgCITf8dauy9-PAw&feat=directlink


LA EXPOSICIÓN DEL PINTOR DEL TOCUYO EN EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE CARACAS. NOVIEMBRE DE 1985:



http://picasaweb.google.com/cronistadetucutucu/ExposicionPintorDelTocuyo1985?authkey=Gv1sRgCL6brKGtw8K_2wE&feat=directlink


LA INMACULADA CONCEPCION EN LA IGLESIA DE SAN JACINTO DE TRUJILLO:

http://picasaweb.google.com/cronistadetucutucu/INMACULADAIGLESIASANJACINTO?feat=directlink


SAN FRANCISCO DE ASIS EN LA CATEDRAL DE TRUJILLO:

http://picasaweb.google.com/cronistadetucutucu/SerafinDeAsis?authkey=Gv1sRgCOq4rKrox-ne9wE&feat=directlink
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ANEXOS A ESTA RESEÑA:


NOTA DEL CRONISTA DE TUCUTUCU:


Circunstancias providenciales, han determinado que una paisana y amiga, me pidiera la búsqueda y copia del articulo del también paisano y amigo Adriano González León, publicado en la Revista Shell en diciembre de 1957. Mi paisana, es una feligresa muy activa de la Iglesia de San Jacinto en la ciudad de Trujillo, me ha informado que la talla de la Virgen de la Inmaculada Concepción, que antes se encontraba en el Altar Mayor de la iglesia y luego en un sitio visible en la Casa Cural de la parroquia, aparentemente ya no está, que no la ve desde hace algunos años.
Sería muy interesante conocer cuál es actualmente la ubicación de ésta imagen colonial, para que la feligresía de San Jacinto, pueda venerarla como siempre lo ha hecho.

Desde Tucutucu, solicito respetuosamente al Excelentísimo Señor Obispo de Trujillo, que informe a los feligreses y a la colectividad trujillana, el sitio exacto donde se encuentra la invalorable reliquia colonial, a los fines de su admiración y veneración, pues pudiera ser una escultura inédita del famoso Pintor del Tocuyo.

Tucutucu, 19 de abril de 2010.

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CARTA DE RAFAEL ANGEL TERAN BARROETA AL OBISPO DE TRUJILLO:


Excelentísimo Monseñor Vicente Hernández Peña
OBISPO DE TRUJILLO.
Palacio Episcopal. Av. García de Paredes Nº 10-52. Trujillo. Estado Trujillo.

Su Despacho.



Tengo el honor de dirigirme a usted, en la oportunidad de solicitarle muy respetuosamente, que informe a la feligresía y a la colectividad trujillana, donde se encuentra actualmente la santísima imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, que se encontraba en la Iglesia Parroquial de San Jacinto, en la ciudad de Trujillo, dentro de la Diócesis a su digno cargo.

Dicha imagen está constituida por una talla en madera policromada, realizada en la época colonial, con destino al culto en nuestra iglesia de San Jacinto. El 23 de abril de 1777, el obispo Mariano Martí, la incluye en el Inventario de la iglesia; en su obra Documentos relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas, Tomo IV. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1998.

El periodista Trujillano Adriano González León, en su artículo Visión Geográfica y Espiritual de Trujillo, publicado en la Revista Shell, diciembre de 1957, muestra dos fotografías de la Virgen cuyo paradero ahora desconocemos; una de ellas de manera individual a página completa y la otra dentro de la panorámica del Altar Mayor de la Iglesia de San Jacinto, cuyas fotografías anexo.

La imagen de la Virgen de la inmaculada Concepción, que pertenece a la Iglesia de San Jacinto, es según mis apreciaciones una obra del famoso “Pintor del Tocuyo”, un religioso franciscano, perteneciente al Convento Franciscano del Tocuyo, Estado Lara; que presuntamente pasó algún tiempo en el Convento de los Franciscanos de Trujillo, ejecutando su conocida obra con destino al culto trujillano, tal como se evidencia en un ensayo de mi autoría cuya copia también le anexo, y que para mayores detalles puede leer en mi blog: http://elcronistadetucutucu.blogspot.com/

De acuerdo a informaciones que algunos feligreses han proporcionado, la ausencia de la virgen del templo, data de años recientes.

Estamos seguros de sus buenos oficios, a los fines de que la querida, admirada y venerada Virgen de la Inmaculada, regrese al templo de San Jacinto en la ciudad de Trujillo.

De usted atentamente,



Mayor Rafael Ángel Terán Barroeta
C.I. 3.214.423
Cronista de Tucutucu.
Fecha: 19 de abril de 2010.

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CARTA DE RAFAEL ANGEL TERAN BARROETA A LA PRESIDENTA DEL CENTRO DE HISTORIA DE TRUJILLO:



Dra. Diana Rengifo
Presidenta; y demás miembros del Centro de Historia del Estado Trujillo.
Avenida Independencia.
Trujillo Estado Trujillo.



Tengo el honor de dirigirme a usted, en la oportunidad de remitirle anexo a la presente, copia de los siguientes documentos:

1.- Copia del artículo de Adriano González León, publicado en la Revista Shell en el mes de diciembre de 1957.

2.- Copia de una reseña sobre el “PINTOR DEL TOCUYO EN TRUJILLO”, que tengo publicada en mi blog: http://elcronistadetucutucu.blogspot.com/

Remisión que hago a usted, por considerar que la temática tratada en ambos casos, debe ser del conocimiento de esa honorable institución.

Respetuosamente solicito vuestros oficios, con la finalidad de dar con el paradero de la Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Jacinto, cuyas características y otras circunstancias se mencionan en los documentos adjuntos.

De usted atentamente:


Mayor Rafael Ángel Terán Barroeta
C.I. 3.214.423
Cronista de Tucutucu.
Fecha: 19 de abril de 2010.

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CARTA DE RAFAEL ANGEL TERAN BARROETA AL DR. ELIAS PINO ITURRETA, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA.


Dr. Elías Pino Iturreta.
Individuo de Numero de la Academia Nacional de la Historia.
Grupo Editorial MACPECRI. Multicentro Empresarial del Este. Torre Miranda. Núcleo B, Piso 15, Oficina Nº 154. Chacao.
Caracas.



Estimado y respetado paisano:

En nuestra ciudad de Trujillo, varios feligreses de la Iglesia Parroquial de San Jacinto, han notado con extrañeza la ausencia de la imagen de la Inmaculada Concepción, que desde la época de la colonia, hasta años recientes permanecía en el Altar Mayor de la Iglesia y que posteriormente fue trasladada a la Casa Cural de la citada iglesia.

Acudo ante usted, en su carácter de trujillano y persona preocupada y estudiosa del acontecer histórico nacional, a fin de solicitar su valiosa colaboración en el sentido de realizar las actuaciones que usted considere pertinentes, para la localización de esa talla colonial, que yo le atribuyo con fundadas razones al “Pintor del Tocuyo”.

Le adjunto una reseña de mi autoría, con mis archivos fotográficos en Google, y copia del artículo de Adriano González León; para respaldar lo anteriormente dicho.

De usted atentamente,

Rafael Ángel Terán Barroeta.
Cronista de Tucutucu.
19 de abril de 2010.